Luigi Boccherini y su relación con la corte de Prusia.
Discurso pronunciado en el XI Festival Boccherini en Arenas de San Pedro el 27 de mayo 2017 por Babette Kaiserkern.
El Infante don Luis de Borbón y Farnesio falleció el 7 de agosto de 1785 en Arenas de San Pedro.
A Luigi Boccherini la defunción del que fue su noble patrón durante tantos años le asestó el segundo golpe mortal en pocos meses. El 2 de abril de 1785, su mujer Clementina Pelliccia había fallecido a los treinta y seis años y dejó al viudo con seis niños de entre dos y quince años.
Pero pronto se hizo patente que los miedos de Boccherini de quedarse en la calle con sus seis hijos huérfanos de madre tras la muerte de don Luis eran, por fortuna, infundados.
Mientras todavía trabajaba para el infante don Luis, Luigi Boccherini había recibido ya una carta del príncipe heredero Federico Guillermo, Príncipe de Prusia:
Potsdam, 1 de octubre de 1783
Nada puede alegrarme tanto, señor Boccherini, como recibir sus composiciones de su propia mano; y desde que he empezado a tocar su música instrumental, me produce una gran satisfacción y todos los días disfruto de este placer.
Quiero creer que su disposición a componer aún no se ha acabado y que, por el contrario, podemos esperar la aparición de nuevas obras; en este caso le estaría muy agradecido si pudiera hacerme partícipe.
Mientras tanto, señor Boccherini, acepte por favor esta arqueta de oro como recuerdo de mi parte y como una muestra de la estima que tengo por su talento en un arte que valoro en especial.
Estad convencido, señor Boccherini, de la gran consideración con la que quedo.
Muy sinceramente suyo
Federico Guillermo
Príncipe de Prusia
En esta carta del príncipe heredero, cuyo original ya no existe, y que se publicó por primera vez en su totalidad en la biografía de Boccherini realizada por su bisnieto Alfredo Boccherini y Calonje (1879 – Alfredo Boccherini y Calonje (1879), Gonzalo Pérez Morales: Boccherini en familia, Madrid 2010, S. 22), llaman la atención varios detalles inusuales.
Por un lado, la carta se redactó en italiano, en un italiano lleno de errores. El hecho de que Federico Guillermo escogiera la lengua materna del compositor presenta un acercamiento poco convencional de una persona perteneciente a la alta nobleza hacia un músico. El trato es, asimismo, poco usual: en lugar de utilizar la tercera persona, lo que era todavía habitual con las personas de inferior rango, Federico Guillermo no le trata como un patrón sino que utiliza la forma social del discurso directo. En cierto modo, de persona a persona y como amante de la música de Boccherini, el designado sucesor al trono expresa con libertad lo que siente al interpretar la música del aclamado compositor y expresa su agradecimiento.
Tres años después del primer escrito del príncipe heredero prusiano al compositor, tuvo lugar el nombramiento oficial de compositor de cámara:
Yo, Federico Guillermo, príncipe real por la gracia de Dios, sucesor al trono de Prusia, futuro heredero de la corona, con el reconocimiento del eminente talento musical del señor Luigi Boccherini, he decidido concederle el título de compositor de nuestra cámara, y por ello le he hecho aplicar nuestro sello de armas. Berlín, veintiuno de enero de mil setecientos ochenta y seis.
Federico Guillermo
Príncipe de Prusia
Asimismo, después de que Federico Guillermo se coronara rey de Prusia ese mismo año, la posición de Boccherini permaneció inmutable, sin tener que compartirla con ningún otro compositor.
Hasta el fallecimiento de su contratante real, fue y permaneció Profesore di Musica all´attual servizio di S.M.cattolica e Compositore di Camera di S.M. Prusiana (Profesor de música al servicio de su católica majestad y compositor de cámara de su majestad prusiana), tal y como se lee en las partituras originales que se conservan en Berlín.
Como mecenas y patrón de las artes y de la música en especial Federico Guillermo protegía no solamente a Boccherini sino a muchos compositores de la época cómo Josef Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven. Todos aquellos recibieron encargos por el rey y le dedicaron varias obras de música de cámara.
Primero Mozart le hizo una visita al rey en Berlín y Potsdam y después escribió una serie de cuartetos de cuerda con especial atención al violoncelo (KV 575, KV 589, KV 590).
Finalmente apareció un joven Ludwig van Beethoven de veinticinco años durante una gira de conciertos en Berlín en 1796. Con Jean-Pierre Duport, chelista de la Real Capilla, tocó las dos sonatas tempranas para violonchelo y piano, opus 5, dedicadas a Federico Guillermo.
Sin embargo, ninguno de estos homenajes empañaba la predilección que mantenía Federico Guillermo hacia Boccherini.
Ya en el año 1792, el por entonces maestro de capilla Johann Friedrich Reichardt, en la edición de julio de la revista Musikalische Monatsschrift informa de la preferencia musical del rey de Prusia:
Boccherini recibe del rey actual de Prusia, ya desde hace muchos años, una pensión vitalicia, estable, y muy considerable por haber enviado cada año nuevos cuartetos y quintetos, los cuales el rey ama sobre todos los demás e interpreta sin cesar.
Boccherini compuso 110 obras para el rey prusiano, correspondientes a los números opus comprendidos entre el 37 y el 55 de su propio catálogo.
Sin embargo, la colección musical de Federico Guillermo II es mucho mayor, con un total de 277 obras originarias de Boccherini.
Ya los primeros tríos, cuartetos y quintetos publicados se hallan en Berlín íntegramente como primeras impresiones o reimpresiones tempranas. Los manuscritos ofrecen algunos indicios de cómo fueron recibidas las composiciones de Boccherini por el rey prusiano. Muchas de ellas llevan comentarios como bene o bon en la primera página o bien el dato de cuando fue tocado la pieza.
También se encuentran digitaciones en tinta color rojo-moreno en la parte del violonchelo.
Así los manuscritos proporcionan evidencias de que realmente la música de Boccherini fue estudiada y tocada en Potsdam y en Berlín.
Se puede concluir que en estas ciudades alemanas existía ya entonces una resonancia anticipada de las famosas palabras de Jean-Baptiste Cartier escritas a finales del siglo XVIII: «Si Dios quisiera hablar a los hombres, se serviría de la música de Haydn; si El mismo quisiera oír música, escucharía la de Boccherini».
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